Karate Kid

Año: 1.984
Título: "Karate Kid"
Dirige: John G. Avildsen

Duración: 126 minutos
Edad recomendada: +8
Estilo: Acción, drama juvenil


Un adolescente y su madre se mudan a una ciudad del estado de California. Disponen de pocos recursos económicos y viajan desde el otro extremo de EE.UU. atraidos por una oferta laboral para ella en el incipiente sector informático. La madre, ilusionada por la mejora laboral y por la idea de vivir en una zona templada y costera, trata de contagiarle el optimismo a su hijo, algo resignado y nostálgico. El mismo día que llegan al piso alquilado, un vecino invita al chico a salir con su grupo de amigos haciendo patente el carácter hospitalario y relajado que parece dar fama a la costa oeste. Además, a raíz de un grifo estropeado, tendrá oportunidad de conocer al encargado de mantenimiento del complejo de apartamentos, un hombre mayor de origen oriental, algo esquivo y excéntrico, que no maneja bien el idioma. Contando con el permiso de su encantada madre, disfrutará jugando con sus nuevos amigos en la playa hasta el anochecer y conocerá a una guapa jovencita con la que surgirá la química desde que crucen sus miradas por primera vez. Todo resulta maravilloso para un primer día de adaptación de no ser por la aparición del celoso exnovio de la chica. Se trata del destacado miembro de la pandilla oficial de chulos del barrio. Son populares, con mejor posición económica, van siempre en grupo, practican kárate en un competitivo gimnasio, cuentan con motos propias y tienen coche a su disposición... Así pues, cuando les ve coquetear, haciendo gala del orgullo local y animado por su grupo, le pega una paliza al recién llegado. Marca violentamente su territorio e inicia una rivalidad sin retorno, mucho más allá de la disputa por la chica. El protagonista comienza el instituto al día siguiente con muy mal pie: tratando de disimular sus magullados cara y orgullo, con la incertidumbre de la novedad y con el miedo a la convivencia en un entorno al que no pertenece. La presencia de la amenazadora cuadrilla en el centro educativo no le intimida, al verse correspondido y apoyado por la chica que le gusta. No está completamente solo, tiene esperanza. Esa tarde, mientras practica en casa sus elementales conocimientos de kárate con un libro, el operario de mantenimiento acude a hacer la reparación. Es un fino observador que en seguida se da cuenta de que el chico tiene más problemas de los que aparenta, del mismo modo que él disimula, tras su apariencia anodina y discreta, una sabiduría extraordinaria de gran potencial humano. Comienza aquí una bella relación entre ambos, progresiva y respetuosa, en la que el misterioso personaje se convertirá en el mentor del chico. A veces suplirá la figura protectora de padre, pero en todo caso le guiará para desarrollarse como persona y ganarse el respeto propio y ajeno. El kárate tan sólo será el medio para lograrlo.

Esta película, quizá insuficientemente reconocida, despliega una enorme cantidad de interesantes mensajes. Es curioso recordar como chascarrillo que, para casi toda una generación de adolescentes, tareas como limpiar los cristales, pintar una pared, usar los palillos en un chino o simplemente ponernos a la pata coja con los brazos estirados, cobraron un nuevo y chistoso significado que aún perdura ("dar cera, pulir cera" entre otros). Pero no es menos cierto que también se abordan en ella temas muy profundos de la vida. La humildad contra la prepotencia. El respeto, la honestidad y el valor en la convivencia. La creatividad ante la falta de medios. La realidad que subyace bajo las apariencias y la superficialidad imperante. La fidelidad a uno mismo y a su código moral como actitud ante la vida. Los frutos del trabajo constante. 

Para los aficionados a esta disciplina marcial y su filosofía recomiendo la lectura de "Los veinte principios rectores del Kárate" de G. Funakoshi. Publicado en 1.938, resulta un asombroso complemento al a película.




Propuestas de reflexión:
  • ¿Tienen tus abuelos móvil u ordenador? ¿Los manejan con la misma soltura y confianza que tú? ¿Te hace gracia? ¿Crees que eso les hace un poco "no enterarse de qué van las cosas"? Quizá no puedan seguir el ritmo de los cambios tecnológicos pero, ¿cómo te sientes cuando te aconsejan cómo hacer otras tareas cotidianas importantes? ¿Te ahorran esfuerzo? ¿Y suelen acertar sobre cómo relacionarte con los demás o sobre cuánto debes preocuparte por ciertos problemas? ¿Crees que con la experiencia de su propia vida pueden ayudarte? ¿Estás seguro de que llegarás a vivir tantos años como ellos? Aunque ahora lo veas muy lejano, ¿piensas que todo lo que te queda por vivir será tan distinto de lo que ellos ya han vivido (crecer, trabajar, amar, envejecer, disfrutar, decepcionarse...)? ¿Les has preguntado alguna vez por la historia de su vida y cómo han tenido que superar sus momentos más difíciles? ¿Crees que lo saben todo ya sobre la vida o que tienen que seguir aprendiendo a vivir cada día? ¿Crees que con tu edad podrías dar consejos a personas menores que tú para ayudarles en situaciones por las que tú ya has pasado? ¿Por qué? Si el día de mañana tú logras ser un anciano con una larga vida a tus espaldas, ¿qué importancia crees que le darás a que te respeten aunque quizá no puedas utilizar bien la tecnología que haya entonces? ¿Por qué?
  • ¿Te gusta ganar cuando compites en algo? ¿Cómo te sientes? ¿Cambia mucho la victoria cuando ganas ajustado o cuando derrotas con muchísima diferencia a tu oponente? ¿Por qué? En la película el profesor de kárate del gimnasio dice que "el enemigo no merece piedad". Sin embargo la tradición afirma que "el Kárate debe ponerse del lado de la justicia". Justo es ganar pero, ¿cómo crees que se siente alguien cuando pierde y el vencedor sigue insistiendo en marcar tantos? ¿Te resulta humillante? ¿Merecen respeto los oponentes? ¿Incluso aunque cometan faltas o jueguen sucio? Hay que ser respetuoso, ¿por las personas, con independencia de su actuación, o más bien por respeto al propio deporte, ya que éste es un espacio de convivencia común? ¿Por qué?


  • En la película el protagonista dispone de poco tiempo para aprender y su maestro le entrena con tareas manuales al aire libre que no parecen kárate. "No todo es lo que parece" indica el Profesor Miyaji. ¿Es más fuerte el obrero que trabaja físicamente ocho horas diarias o la persona que va al gimnasio y toma suplementos para hacer crecer sus músculos? ¿Quién parece más fuerte en bañador? ¿Quién crees que sería más duro y resistente en un combate? Por otro lado, qué opinas que es más sano, ¿entrenar al máximo para lucir un bello cuerpo y salir todos los fines de semana de juerga, o llevar una vida sencillamente activa y alimentarse de forma equilibrada? Sin embargo, ¿qué resulta más atractivo? ¿Quién crees que es más fácil que antes se lesione o tenga problemas físicos? ¿Pueden ser las apariencias estéticas algo malo para la salud? ¿Te parece que pueden convertirse en una dependencia? Y, en relación con lo anterior sobre la imagen personal que mostramos a los demás, ¿qué opinas de los tatuajes y los piercings?
  • ¿Por qué crees que el maestro le enseña que el kárate es solo para defenderse? ¿Es unicamente para que no sea violento? Además de incorrecto, ¿te parece prudente avasallar a los demás por fuerte que seas? Cuando te enfrentas a alguien incluso teniendo una posición de superioridad (p. ej. con un arma), ¿crees que sabes perfectamente cómo puede reaccionar? ¿Puede ayudarle la suerte u otro factor inesperado? En las artes marciales se dice que "no hay enemigo pequeño" porque nunca sabes lo que puede pasar o quién te puede vencer. Para competir en algo es importante estar entrenado pero, ¿se puede lograr la perfección? ¿No tenemos todos fallos en algún momento? ¿Qué importancia crees que tiene el conocer tus propios puntos débiles? ¿Te da eso seguridad o quizá todo lo contrario? ¿Por qué? Qué crees que hay que hacer primero, ¿conocerse a uno mismo, y de lo que es capaz, o conocer a los demás? ¿Es esto aplicable a otros aspectos de tu vida? ¿Cuáles se te ocurren?





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